Cuando gritas por un gol… pero no haces nada por tu vida

El texto dentro de este bloque mantendrá su espaciado original al publicarse

Hola cariño, soy papá


Un día vi a un hombre en la terraza de un bar.

Gritaba como si acabara de nacer su hijo.
Saltaba, se abrazaba con desconocidos, alzaba los brazos como un gladiador.
Todo porque su equipo había marcado un gol.

qué fácil es emocionarse… cuando no hay nada en juego.

Ni había jugado él.
Ni ganaba nada.
Ni eso cambiaba su vida en lo más mínimo.

Y ojo: no hay nada malo en el fútbol.
El problema es todo lo que le agrega mos.

Nos alivia, nos distrae, nos da una emoción prestada.
Y durante unos minutos… sentimos que formamos parte de algo.
Algo que no nos exige nada.
Ni mejora quiénes somos.
Ni deja huella más allá del lunes.

Por eso, hijo, quiero que lo veas con claridad:

Si puedes gritar por un gol que no te da nada…
imagina la fuerza que puedes poner en logros que sí te cambian la vida.

Pon esa pasión en ti.
En tus proyectos.
En tu cuerpo.
En tu gente.

Celebra con esa intensidad cuando ganes claridad, no distracción.
Cuando consigas paz, no evasión.
Cuando avances, no cuando te anestesies.

No te conformes con emociones prestadas.
Gana las tuyas.
Vívelas.
Y grítalas con ganas.

Te quiero hijo. Por siempre.
Scroll al inicio