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Hijo, a veces creemos que un gran logro llega de golpe, en un momento de inspiración. Pero no es así. Las montañas se suben paso a paso. Un hábito pequeño, repetido con constancia, transforma más que cien impulsos pasajeros. Leer cada día un poco, entrenar aunque no apetezca, escribir unas líneas, meditar unos minutos… Eso es lo que moldea tu carácter y construye tu destino. La disciplina no es una cárcel. Es la llave que abre la puerta a la libertad de ser quien quieres ser. Te quiero hijo. Por siempre.