Hola cariño, soy papá
Esto que te voy a contar hoy, es muy fácil de entender.
Y muy difícil de aplicar.
O al menos a mí me sucede.
Va sobre 2 cosas.
La primera es que no te compares con la gente.
¿Por qué?
Muy simple.
Cuando tú te comparas con alguien, te estás fijando en un único detalle al que, ahora mismo, por el motivo que sea, le estás dando mucho valor; para ti es muy importante.
Por ejemplo, estás en el gimnasio y justo hay alguien con el cuerpo que tú quieres.
Pues aunque no lo creas, simplemente por pensar así.
Pensarás que eres menos que él.
Y eso no es así.
Míralo objetivamente.
Simplemente di, él tiene el cuerpo al que yo aspiro.
Y pregúntate cómo puedes conseguirlo tú.
Así de simple.
Así de difícil.
Toma decisiones que te acerquen.
Si él lo ha conseguido, tú también.
Y esto me lleva a la segunda parte… la mejora constante.
Con quien te teines que comparar es con tu yo de ayer.
Tu yo de ayer, hace una semana, hace un mes, hace 2 años….
El yo pasado que quieras.
Y pregúntate…
¿Estoy ahora mejor?
¿He madurado?
¿Tomo mejores decisiones?
¿Soy más consciente del presente?
Este debería ser tu único punto de referencia.
Yo no paro de compararme, constantemente, con todos.
No sé si es que estamos programados para eso.
Simplemente procura darte cuenta.
Como con todo.
Yo aspiro a tomar mejores decisiones en mi día a día.
Y es un objetivo tan simple como… si tomo 20 al día por ejemplo, pues que, al menos 11 me acerquen a mis objetivos.
La verdad es que, cuanto más tiempo pases en piloto automático, peores decisiones tomarás.
Te quiero hijo. Por siempre.