Hola cariño, soy papá
Estaba un maestro reunido con sus discípulos y comenzó a contarles una historia.
Un hombre volvía a su casa tras un largo día de trabajo.
En un momento dado, tropezó con una piedra y se cayó.
El hombre se puso en pie, cogió la piedra y se la guardó en la mochila.
Pasaron un par de días y otra vez tropezó con otra piedra, esta más grande.
Se puso de pie, cogió la piedra y se la guardó otra vez en la mochila.
Al mes se volvió a tropezar con otra piedra y repitió la secuencia.
Bueno.
Creo que vas pillando la idea.
Me llamó la atención la primera vez que recogió la piedra y se la guardó.
A la segunda me dije.
¡Yo soy igual!
Pues no llevo piedras en mi mochila.
No es que no siga cogiendo piedras eh.
Pero cuando me doy cuenta que llevo una, me acuerdo de esta historia.
De este señor.
De su mochila.
De sus piedras.
De mi mochila.
Y de mi piedra.
Y bueno, muchas veces se me escapa una sonrisa al recordar esto.
Y a veces siento que la mochila pesa menos.
Te quiero hijo. Por siempre.