No eres mío, solo te acompaño

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Hola cariño, soy papá

A veces me cuesta.

Me cuesta verte cambiar.

Me cuesta aceptar que no eres solo eso que yo veía cuando eras pequeño.
Que no encajas ya del todo en mis etiquetas.

Me asusto.
Me apego.
Y en ese apego nace el dolor.

Porque quiero que sigas siendo lo que fuiste.
Lo que entiendo.
Lo que controlo.

Y cuando no lo eres…
aparece algo más profundo:
la ira.

Pero no porque tú hagas algo malo.
Sino porque dentro de mí hay algo que no tolera que cambies.
Que evoluciones.
Que te vayas.

Apegarme a ti, a cómo eras,
es no aceptar que ya no eres “mi niño”,
sino alguien que camina hacia su propio centro.

Y yo…
solo soy un acompañante por un tramo.

Hoy quiero recordármelo, y decírtelo:
no eres mío.

No te poseo.
No te moldeo.

Te cuido
te guío un rato
y luego te suelto.

Con todo el amor y todo el dolor del mundo.

Te quiero hijo. Por siempre.
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