Aceptación no es resignación

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Hijo, hay una diferencia enorme entre aceptación y resignación.

La resignación es bajar los brazos.
Es decir: “esto es lo que hay y no puedo hacer nada”.
Es rendirse antes incluso de intentar.

La aceptación, en cambio, es mirar la realidad de frente.
Es reconocer lo que hay, sin disfrazarlo, sin negar lo evidente.
No es conformarse, es tomar el punto de partida correcto.

Porque solo cuando aceptas puedes actuar con claridad.
Si niegas, luchas contra fantasmas.
Si te resignas, ni siquiera das el primer paso.
Pero si aceptas, sabes desde dónde comienzas y hacia dónde puedes ir.

Hijo, recuerda esto: la aceptación es la puerta a la paz y al cambio. La resignación es un muro que no te deja avanzar.

Te quiero hijo. Por siempre.
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