El texto dentro de este bloque mantendrá su espaciado original al publicarse
Hola cariño, soy papá Esto me pasa con la ansiedad Por si te sirve Porque la ansiedad no grita. Susurra. Y lo hace con una frase simple: “No vas a poder.” No vas a poder con esto. No vas a saber qué hacer. No vas a encontrar la solución. Es una sensación muy concreta: todo parece demasiado. La mente va más rápido que la vida. Y el cuerpo se queda atrás, paralizado. Y ahí empiezo a escapar: Me distraigo. Postergo. Digo que “estoy saturado”. Que “ya lo miraré más tarde”. Pero la ansiedad no se va. Solo cambia de forma. Hasta que un día me doy cuenta: no se trata solo de calmarme. Se trata de rendir cuentas. No desde el castigo, sino desde el compromiso. No desde la culpa, sino desde el coraje de decir: “No sé cómo hacerlo, pero voy a aprender.” “No tengo la respuesta, pero voy a buscarla.” “No me siento capaz, pero voy a actuar igual.” Porque la ansiedad se alimenta del abandono. Del “esto me supera”. Y se debilita cuando asumimos pequeñas acciones No basta con exigirnos más. También hace falta compasión. Sobre todo con nosotros mismos Responsabilidad + compasión. Eso te calmará. No el control perfecto. No la solución inmediata. Sino el valor de mirar el caos y decir: “Hoy, al menos, no me voy a esconder.” Te quiero hijo. Por siempre.