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El otro día, en una cafetería, vi a un hombre discutir con el camarero por una tontería: le habían traído el café con leche en vez de cortado. El hombre levantó la voz, se quejó, y cuando el camarero se fue, siguió refunfuñando. Mientras tanto, en la mesa de al lado, una señora esperaba su desayuno. Tenía los movimientos lentos de quien lleva muchas horas despierto. Cuando el camarero le trajo su café, sonrió. No se quejó porque tardaran. Solo lo sostuvo entre las manos y dijo: “Qué bien sienta algo caliente por la mañana.” Dos personas. Dos cafés. Dos mundos completamente distintos. Y pensé: no se trata de tener una vida sin problemas, sino de haber aprendido de ellos. Esa mujer había elegido la paz. El otro hombre, en cambio, solo conocía la comodidad… y la confundía con felicidad. la paz no llega cuando desaparece el sufrimiento, llega cuando decides no dejar que el sufrimiento te domine. No porque ignores el dolor, sino porque ya sabes lo que enseña. Te quiero hijo. Por siempre.