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Hijo, en la vida te vas a encontrar con dos tipos de personas. Los primeros son los que miran hacia adelante. Ven lo que pueden llegar a ser, lo que pueden construir, y ponen su energía en avanzar. Son los que tropiezan, pero usan cada caída como impulso. Los segundos son los que miran hacia atrás. Se pasan la vida buscando excusas en su pasado para justificar por qué no cambian. Culpan a sus padres, a su jefe, a la sociedad, al azar… y con eso se convencen de que no pueden ser más de lo que son hoy. Nunca avanzan. Si alguien de este segundo grupo viene a ti a pedirte un favor, ten cuidado. No se trata de ser cruel, pero sí de protegerte: esa persona no quiere soluciones, quiere arrastrarte a su bucle. Y si no estás atento, puedes acabar cargando con una mochila que no es tuya. Rodéate de los que miran hacia adelante, porque con ellos crecerás. Y si te cruzas con los que viven atados al pasado, lo mejor que puedes hacer es desearles lo mejor… y mandarlos lejos de tu camino. Te quiero hijo. Por siempre.