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El otro día, en una rotonda, vi a un conductor que, en lugar de incorporarse, se quedó quieto. Detrás de él, todos tocaban el claxon, le hacían luces, gestos, de todo. Y el hombre, inmóvil, mirando el GPS. Esperando que el mapa le dijera qué hacer. A mí también me ha pasado eh estar tan pendiente de la pantalla que te olvidas de mirar la carretera. Y así vivimos Esperando una señal, una instrucción, una aprobación que nos diga: “ahora sí, avanza”. Hijo, nadie va a conducir tu vida por ti. Ningún mapa te mostrará la curva exacta ni el momento ideal. Tú eres el timonel. Si no eliges tú el rumbo, otros lo harán por ti. Y a veces equivocarse de salida es justo lo que necesitas Te quiero hijo. Por siempre.