Hola cariño, soy papá
Hoy te traigo una historia con la que me siento identificado muchas veces, por si te sirve.
Un maestro zen y su discípulo volvían a su monasterio tras un largo viaje. A media tarde hicieron una pausa y el maestro partió un melón pequeño por la mitad y le dió un trozo a su discípulo.
El discípulo, tras varios bocados, le comentó al maestro:
- Maestro, sé que todo lo que hace tiene un significado, compartir este melón conmigo puede que sea una señal de que tiene algo que enseñarme
El maestro no dijo nada y seguía comiendo
- ¿Puede que sea que el sabor que estoy experimentando está en el melón o en mi lengua?
El maestro siguió sin decir nada mientras comía
- ¿Y puede ser que el sabor es un acto de interdependencia? Ya que, sin el melón no habría un objeto de placer y sin la lengua…
- ¡basta! – dijo el maestro- el melón es sabroso y eso es suficiente
Bien.
La de veces que hecho el tonto cuando he ido de listo.
O la de veces que me he complicado con algo que era simple.
Buscándole un doble sentido
Como si no pudiese ser tan simple
Y es que, algunas cosas simples son solo eso
Cosas simples
No busques y rebusques
No te compliques
Te quiero hijo. Por siempre.