Acepta tus grietas

Hola cariño, soy papá

Había una vez un granjero que tenía el pozo a 200 metros de su huerto.

Todos los días cargaba con 2 vasijas de agua.

Una a cada lado.

Iba al pozo, las llenaba y volvía.

Una vasija estaba bien, era nueva.

La otra era muy vieja y tenía algunas grietas, por lo que perdía la mitad del agua durante el trayecto.

Durante meses hizo el mismo viaje.

Salía con dos vasijas llenas.

Llegaba con una y media llena.

Un día, la vasija con grietas no se pudo aguantar más y le dijo:

“Tírame, por mi culpa llegas con la mitad de agua a tu huerto”

El granjero le dijo:

“En el siguiente viaje te fijas en el camino”

Al día siguiente hicieron el viaje.

La vasija vieja se fijó por primera vez en el camino y vió que estaba lleno de todo tipo de flores.

Al llegar al huerto le dijo:

“No entiendo, ¿qué tenía que mirar?”

A lo que el granjero contestó

El primer día me fijé que perdías agua en el trayecto.

Así que lo que hice fue sembrar el camino con semillas de muchas flores distintas.

Semillas que tú has regado día tras día.

Viaje tras viaje.

Si no fueras exactamente cómo eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza.

Acéptate como eres.

¿Qué grietas tienes que escondes pero que, en realidad, si le das la vuelta, te potencian?

Míralas de esa forma

Te quiero hijo. Por siempre.

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