Hola cariño, soy papá
Un día un niño iba caminando por el campo cuando le entró mucha hambre.
Vio a lo lejos una granja con un peral
Se encaminó hacia allí y, al llegar, trepó al árbol y comenzó a comerse unas pocas peras.
Al rato el dueño lo vió allí arriba, comiendo, se acercó y le preguntó:
- ¿qué haces ahí arriba?
A lo que el niño respondió
“Soy un ruiseñor y solo estoy cantando”
El granjero no se esperaba esta respuesta, que le hizo mucha gracia y dijo mientras sonreía:
- Así que un ruiseñor, ¿eh? A ver cómo cantas
El niño empezó a hacer ruidos extraños imitando a los pájaros, a lo que el granjero, entre carcajadas, le preguntó:
- ¿pero qué clase de canto es ese?
“El canto de un ruiseñor sin experiencia”
El granjero se despidió y dejó allí al ruiseñor comiendo.
Y es que, hijo mío, no tienes que perder nunca el sentido del humor
Ni la capacidad de asombrarte
Porque muchas veces, a cambio de unas “piezas de fruta”
De las cuales tienes miles
Y miles
Y miles
Puedes sacar un buen momento
Te quiero hijo. Por siempre.