El texto dentro de este bloque mantendrá su espaciado original al publicarse
Te lo explico con una historia: Un gran barco de guerra navegaba de noche en medio de una densa niebla. El vigía avisa al capitán: — “Hay una luz al frente. Parece otro barco. Vamos directo a colisionar.” El capitán, molesto, ordena: — “Envíen un mensaje: cámbiese 20 grados de rumbo.” La respuesta llega: — “Mejor cambie usted 20 grados.” El capitán, más enfadado aún, responde: — “Soy un buque militar. ¡Desvíese usted inmediatamente!” La respuesta es simple y definitiva: — “Soy un faro.” Eso es un cambio de paradigma. Un momento en el que te das cuenta de que toda tu lógica, tus creencias, tus certezas… estaban mirando desde el ángulo equivocado. Y que seguir igual, insistiendo desde el ego, solo te lleva al desastre. Un cambio de paradigma no es solo pensar diferente. Es ver el mundo de otra forma. Pasas de “yo tengo razón” a “¿y si estoy equivocado?”. De “el otro debe cambiar” a “quizás el cambio empieza por mí”. ¿Cuál es tu faro? ¿Dónde estás exigiendo que el mundo cambie, sin darte cuenta de que estás hablando con una roca fija en la costa? Cuando entiendes eso, no es rendirse. Es evolucionar. Te quiero hijo. Por siempre.