¿Has notado que cada vez que haces la colada desaparece un calcetín?
Nunca la pareja entera. Solo uno.
Y lo peor es que seguimos actuando como si no pasara nada.
Compramos más calcetines, seguimos confiando en la lavadora, y fingimos que el universo no nos está tomando el pelo.
La vida tiene algo de eso: pierde piezas pequeñas sin avisar.
Amigos, oportunidades, certezas.
Pero si te obsesionas con encontrar lo que se fue, olvidas usar lo que queda.
A veces lo sabio no es buscar el calcetín que falta, sino aprender a combinar el que queda con otro distinto.
Te quiero, hijo. Por siempre.