El texto dentro de este bloque mantendrá su espaciado original al publicarse
Hola cariño, soy papá En la vida no puedes evitar que aparezcan pensamientos. Ni que te activen. Ni que te saquen de quicio, o te enreden por dentro. Pero puedes cortar en cuanto aparezcan. Como una espada afilada: zas. Lo ves venir, lo reconoces… y lo cortas. No lo alimentas. No te montas una película. Solo dices: “Ah, esto otra vez.” Y eliges no seguirlo. Y, aquí lo importante: No te enfades con ese pensamiento. Alégrate. Porque si aparece, es señal de que estás en el camino. De que estás viendo cosas que antes te pasaban sin darte cuenta. De que estás aprendiendo a usar la espada. Todo lo que aparece en ti —sí, incluso lo que no te gusta— es materia prima. Puedes quejarte de ello. O puedes usarlo como combustible. Para entenderte, para afilarte, para crecer. Así que la próxima vez que pienses algo que no te gusta, no huyas, no lo niegues. Míralo, córtalo, y da las gracias. Porque te acaba de dar una oportunidad para afilarte un poco más. Todo lo que te pasa es leña para tu fuego. Te quiero hijo. Por siempre.